Crónica de la presentación del libro “Con permiso de Kafka. El proceso independentista en Cataluña”, de Jordi Canal
mayo 5, 2018

El Club Tocqueville organizó el pasado 3 de mayo de 2018 la presentación del libro “Con Permiso de Kafka. El proceso independentista en Cataluña” del historiador Jordi Canal, profesor en l’École des Hautes Études en Sciences Sociales de París. El Dr. Canal, quien es también miembro de la Junta del Club Tocqueville, estuvo acompañado por la Dra. Teresa Freixes, catedrática de Derecho Constitucional de la Universitat Autònoma de Barcelona y presidenta de Concordia Cívica, y por el Sr. Lluís Bassets, Director Adjunto de El País. El diálogo entre los tres ponentes tuvo lugar en la sala de actos del Banco Mediolanum (Palacete Abadal). El coloquio no fue sólo una presentación del libro, sino también una reflexión en voz alta sobre el proceso independentista.  

Teresa Freixes inició su intervención haciendo hincapié en la importancia de las esferas de construcción nacional (la escuela, los medios de comunicación) para entender el “procés”. También subrayó que todas estas estructuras fueron diseñadas durante los años 80 ante la pasividad del Gobierno central. Esta inacción ha resultado especialmente dolorosa en los últimos tiempos, cuando muchos catalanes constitucionalistas se han sentido absolutamente desamparados por el Gobierno que preside Mariano Rajoy, quien ha dejado exclusivamente en manos de la judicatura la respuesta al proceso independentista. Teresa Freixes también advirtió de los riesgos que entraña la actual situación de tensión. Considera que una parte del independentismo es consciente de que “la buena disposición no es suficiente para alcanzar la República”. Puso en duda el supuesto carácter pacífico del movimiento y alertó del nacimiento de una “kale borroka” a la catalana. Aun así, se mostró convencida de que la ruptura no prosperará: “tenemos la razón y la legalidad democrática de nuestro lado”.

Lluís Bassets, por su parte, quiso destacar la originalidad del “procés”, que ha sabido combinar ideas decimonónicas y desfasadas con instrumentos de propaganda propios del siglo XXI. El proceso, señaló Bassets, es un “movimiento político post-moderno, digital, del instante y que ha hecho un uso extraordinario de las redes sociales.” Un movimiento que, aunque se ha definido como bottom-up, ha estado esencialmente dirigido desde las instituciones públicas y que mostrando un grado extremo de emotivismo ha apelado constantemente a la épica (“ara és l’hora”, “el món ens mira”, “el vot de la teva vida”). El emotivismo, unido a la historia falseada, han posibilitado que muchos catalanes hayan vivido estos meses como una renovada lucha antifranquista. En su imaginario están la clandestinidad, la lucha, la represión policial, los presos políticos, la Generalitat en el exilio… Bassets también coincidió con Freixes en lamentar los silencios y la pasividad del Gobierno, la despreocupación desde Madrid por las nuevas demandas que surgían desde una parte de la sociedad catalana, la incapacidad de reconducirlas y la falta de un relato nacional atractivo y sugerente que pudiera erigirse como alternativa.

Jordi Canal aludió a la transición y se refirió a algunas equivocaciones cometidas entonces que son en parte responsables de la situación actual: se distinguió errónea y acomplejadamente entre los nacionalismos buenos (los periféricos, el vasco y el catalán, a los que había que apoyar) y el nacionalismo malo (el español, confundiéndolo con la dictadura, al que había que sofocar). El nacionalismo catalán se ha esforzado para que España fuera percibida no como una comunidad de afectos solidarios, sino como un aparato administrativo lejano, acaso enemigo. Y esta es, en efecto, la visión de una parte de los catalanes. Para superar la actual situación y abordar el encaje territorial se necesitará generosidad por parte de todos. Quizás ha llegado el momento de definir mejor la solidaridad interterritorial, pero también de reflexionar acerca de la conveniencia de mantener en manos autonómicas determinadas competencias.   

El coloquio posterior entre participantes (cerca de 150 asistentes) y ponentes sirvió para subrayar otros aspectos: por ejemplo, si el independentismo es el gran éxito del “pujolisme”, también ha sido su gran fracaso, ya que ha supuesto la profunda división de los catalanes. El lema “un sol poble”, que Pujol se empeñó en propagar, ya no puede sostenerse. Por otra parte, como recordaban algunos asistentes, quizás es momento de reclamarle a las instituciones europeas, a los Gobiernos y a las opiniones públicas europeas una mayor implicación en la cuestión catalana.

Durante el diálogo también quedó claro que los riesgos de una política basada en emociones y relatos populistas no son exclusivos de la Cataluña actual, sino que están presentes en la inmensa mayoría de países europeos, con diversas manifestaciones. Es cierto, como señala Ángel Rivero en “Geografía del Populismo”, que cierta dosis de populismo es consustancial a la democracia, pero debemos empezar a preocuparnos cuando deja ser un elemento marginal y alcanza un poder sobresaliente o el mismo gobierno.     

NÚRIA GONZÁLEZ CAMPAÑÁ, doctoranda en Derecho de la UE en la Universidad de Oxford. Miembro de la Junta del Club Tocqueville.

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